TOLERANCIA EQUIVOCADA
"Aborrezco a los que te aborrecen..."
Salmo 139: 21, 22.
Aquí el texto, en nuestra era de la gracia, se aplica a los demonios que nos inducen o nos empujan a pecar, y no a humanos porque el creyente en Dios, no puede aborrecer a ninguno de sus semejantes.
Pero existe la falsa creencia de que el ser "buena gente", con todos y "aceptarlos como son", y " sin importar lo que hagan", es la gran prueba de que hemos cambiado para atraer a todas las personas a los pies de Cristo.
¡Pues no!
Si analizamos la forma como trataron a la gente, los profetas, Cristo y sus apóstoles, TODOS FUERON INTOLERANTES con el comportamiento pecaminoso.
El llamado a convertirse fue unánime.
Cero tolerancia con todo lo que ofendiera a Dios, inclusive el aparentar adoración.
Todos son bienvenidos a la familia de Dios siempre y cuando estén dispuestos a aborrecer lo que Dios aborrece es decir a satanás a sus demonios y a todo tipo de pecado por comisión o por omisión.
Quienes no se arrepienten sino que siguen aferrados a la perversión, se exponen a la ira de Dios; quien así como lleva al cielo a vivir con Él para siempre a quienes se convierten y le son fieles, también envía a los rebeldes e incrédulos al infierno eterno.
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