TÚ NO TIENES EL CONTROL
Somos frágiles y débiles en todos los sentidos.
Estamos tan expuestos a equivocarnos y a fallar, que es por esto que el Señor envió al Espíritu Santo para que nos conforte y nos ayude, en cada momento de nuestra relación con Dios y con los demás.
Tenemos que hacer el máximo esfuerzo para no caer en los mismos errores de antes, momento a momento.
Tenemos que reconocer los errores y pecados que cometemos, y con la ayuda de Dios eliminarlos de nuestra conducta habitual.
No seamos una pesada carga permanente para nuestros hermanos en la fe y para los demás, portándonos como niños irresponsables y rebeldes.
Trabajemos duro de la mano de Dios, así Él nos ayudará a comportarnos con sabiduría.
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